jueves, 26 de junio de 2014

VISITANDO A ANTONIO EN LA PRISION DE MARIANNA

Visita de Maggie a Antonio

Antonio dijo algo que tanto él como yo hemos sentido otra vez, el fenómeno de la desaparición, incluso el olvido de ese tiempo que dos personas han estado separadas, pero con una constante conexión del corazón y de la mente (algunos quizás le llamen “alma”), la cual trasciende al tiempo cuando se encuentran otra vez.
Habían pasado 4 años desde la última vez que pude visitar a Tony en la penitenciaria de máxima seguridad de Florence, Colorado. Muchísima vida ha volado a toda velocidad en ese período, incluyendo mi mudanza a San Petersburgo, Florida y la de Antonio a la prisión de mediana seguridad de Marianna, permitida por el cambio a una menos draconiana sentencia.
Para mí, la visita anterior había sido una “caminata en solitario” desde los Cayos de la Florida hasta Atlanta, de ahí a Colorado Springs hasta Palmer Lake (donde amigos de los Cinco gentilmente me acogieron y me hospedaron) y finalmente el arribo a un apartado lugar del desierto rocoso donde está ubicada la metrópolis carcelaria de Florence.
Y así, otra vez, me invadió, en esta última visita, ese sentimiento de que el tiempo no ha pasado. Esta vez vine acompañada de mi hermana Joan, su esposo Lou y nuestro hermano Richard, quienes viajaron unos desde Seattle, Washington y el otro desde Oakland, California. Creo que fue en el segundo día de la visita que Tony comentó que se sentía como si conociera a Richard, Joan y Lou mucho más de lo que pudiera sugerir el tiempo que había pasado junto a ellos, cuando se conocieron.
Las horas volaron. Cada día nos quedábamos sorprendidos cuando las 6 horas que permiten de visita llegaban a su fin.
La primera cosa que todos notamos fue lo bien que lucía Antonio (Lou hizo la comparación de cómo se veía ahora con respecto a las fotos que ha recibido a lo largo de estos años en las cartas de Antonio). Si no en la más perfecta condición física (debido a que los estragos del estrés de una terrible experiencia necesariamente graban sus marcas), Antonio irradiaba una salud más firmemente tomada en sus propias manos, a pesar de los 16 años de prisión acumulados. Uno está saludable, primeramente, porque cree que lo está y actúa acorde con ese pensamiento. La calidad de la energía que Tony proyectó hacia nosotros en su animada y generosa conversación sobre los hilos más significativos de su periplo fue algo que nos deleitó ver y escuchar.
Al tiempo que él nos hablaba, sus gestos y su humor, marcas de su personalidad juvenil y jovial, brillaban y a mí se me pareció al Tony que sé es él, más relajado y más en paz que en las visitas previas, aunque él siempre ha sido optimista, con una mente clara y fuerte.
Él comenzó su conversación ofreciéndonos detalles del arresto, aquel 12 de septiembre de 1998. En su narración intercaló otros aspectos de su vida en Miami y de su traslado a los Cayos. Nos contó de su primera etapa en Key West, donde el azar o la sincronización, así como las amistades que fue forjando lo condujeron a varios trabajos para poder mantenerse. Con cada paso, incluso a través del horror y del estrés del aislamiento, a través del trato cruel y de la colosal injusticia, Tony se mantiene fiel a su causa y a sí mismo. Yo veo su trayectoria como la de un héroe, en el sentido clásico de la palabra (lo cual cada uno vemos en nuestras propias vidas). Él es para mí el guerrero pacífico, de corazón bravo y verdadero, resuelto e idealista, alguien que lucha contra el dragón, que es a la larga nuestro propio miedo. Al final, su objetivo es sanar, es hacer más integro (y más hermoso) a sí mismo y al mundo.
Antonio nos describió las condiciones del “hueco”, del juicio; nos explicó sobre las sentencias, la apelación; nos habló de Leonard Weinglass y de los abogados que lo precedieron; nos narró sobre sus traslados a través de Oklahoma y la atroz caja negra que le ponían sobre las esposas durante la transportación; nos dio a conocer detalles de los primeros días en Florence, nos explicó sobre la audiencia de re sentencia. Conversamos sobre temas políticos y sobre el estado actual del caso. Comentamos sobre René, Gerardo, Ramón y Fernando. Hablamos sobre Cuba y el presente momento que vive su pueblo. Tony nos ofreció su filosofía sobre la política y la vida. Le preguntamos su opinión sobre la situación en Ucrania y nos ofreció detalles de las noticias que le ha dado Manuel (que vive allí). Nos platicó sobre sus familiares y sobre muchos otros amigos.
A modo de entretenimiento jugamos a las barajas, al parecer es el único juego disponible a los visitantes. Nos unimos todos en un entusiasta tope de Casino, juego que mi hermano Rich “tiburón a las barajas” y yo aprendimos cuando éramos muy jóvenes, de nuestro abuelo Elías. En otra ocasión, tras Richard explicarnos cómo se jugaba, nos enfrentamos en lo que se conoce como “Vueltas de Corazones”.
Tony nos comentó sobre el proyecto del libro en que trabaja sobre el ajedrez en las prisiones y nos habló sobre los lazos que ha establecido con estudiantes en Cuba amantes del ajedrez y sus maestros.
Debido a la ausencia de un cake de nata en las máquinas de comida, celebramos el cumpleaños de mi hermano, el lunes 9 de junio, con 5 chocolates Reese, dispuestos en un plato como un cake y adornados con palillos de pretzel que hacían de velitas. Ese día, más temprano, en el área donde los visitantes esperan ser autorizados para entrar a la prisión, una madre y sus dos hijos le cantaron a Richard un Feliz Cumpleaños en la lengua Cherokee, apto seguido un señor mayor de una pareja de California le ofreció su versión en inglés del Happy Birthday. En el salón de la visita, nosotros nos unimos con Antonio y le cantamos un Cumpleaños Feliz.
Y, entonces, Antonio nos habló sobre el arte. Es una alegría ver el artista en que él se ha convertido, producto de la convergencia de muchos elementos, pero sobre todo debido a su amor y dedicación al arte. Yo conozco que sus dibujos con grafito y sus trabajos de caligrafía lo condujeron a los lápices de colores y de ahí a los pasteles; luego vino la acuarela y más tarde el óleo. Yo conozco cómo sus poemas fueron escritos para dar a otros todo lo que podía dar de él, lo que ellos le significaron para sobrevivir y más aún para crecer.
Él nos habló de su decisión de no cambiar su arte por dinero, en aquella etapa temprana en la cual se convirtió en un prolífico retratista, una decisión congruente con la verdadera naturaleza de Antonio.
Después de la última visita el lunes, nos dirigimos al moderno edificio del Departamento de Salud del Condado Jackson, que está localizado cerca de la prisión, y allí pudimos ver un óleo de Tony que es la imagen de un hombre inclinado consolando a una niña que está abrazada a una de sus piernas. Esta obra cuelga en el Salón de Reuniones adyacente a la Oficina del Director de este centro.

Para nosotros este encuentro con Antonio ha sido algo verdaderamente significativo e inspirador, y con certeza fue lo más destacado de la visita de mis familiares “al este”.

Margaret L. Becker

Junio 2014

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