domingo, 20 de abril de 2014

Hasta Siempre Gabo

Resumen Latinoamericano y del Tercer Mundo - director Carlos Aznarez (www.resumenlatinoamericano.org  - http://resumenlatinoamericano.blogspot.com)


17 abril 2014 | 
Casi 10 días después de ser dado de alta del hospital en la capital mexicana, ha muerto a la edad de 87 años el periodista colombiano y uno de los más grandes escritores de la literatura universal, Gabriel García Márquez. "Nuestra amistad fue fruto de una relación cultivada durante muchos años en que el número de conversaciones, siempre para mí amenas, sumaron centenares", escribió el líder de la Revolución cubana en una de sus Reflexiones. Hoy Cuba y Fidel despiden a un entrañable amigo: "Hasta siempre, Gabo".



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El maestro Gabriel García Márquez ha dejado en cada una de sus obras, un pedazo de la realidad de América Latina (Foto: teleSUR)

El Nobel de Literatura marcó un hito en la historia creativa de América Latina, al crear con su realismo mágico a Macondo, un pueblo que con sus personajes pasó a formar parte de una de las obras más leídas en la región y el mundo, Cien años de Soledad, que retrata la vida de la estirpe Buendía.
El escritor, novelista, cuentista, guionista y periodista colombiano Gabriel García Márquez, murió este jueves a los 87 años de edad, luego de un cuadro de neumonía que lo mantuvo hospitalizado por una semana.
El corresponsal de teleSUR en México, Eduardo Martínez, dio a conocer en contacto telefónico que "la familia se ha mantenido muy hermética (...), hasta los momentos se puede decir que no hay información oficial sobre los próximos homenajes o ceremonias que se hagan".
Martínez recordó que la noticia del fallecimiento se dio por terceras personas a través de twitter. "Los comunicados siempre fueron muy cortos (...), la familia no ha buscado las cámaras y se ha mantenido al margen de toda la información y los medios".
El periodista destacó que este 6 de mayo se realizará un homenaje al escritor y premio nobel de Literatura en el Palacio de Bellas Artes, en la capital mexicana; estimó que allí será donde la familia emita declaraciones o un mensaje a la opinión pública.
García Márquez, ganador del premio Nobel de Literatura en el año 1982, nació el 6 de marzo de 1927, en Aracataca, un municipio del departamento bananero de Magdalena (norte), era hijo de un telegrafista y de la hija de un coronel.
Al culminar sus estudios secundarios, García Márquez se fue a Bogotá (capital) a estudiar derecho en la Universidad Nacional de Colombia, para complacer a sus padres, sin embargo en sus tiempos universitarios, dedicaba especial atención a la lectura y al descubrimiento de nuevos autores.
Tras el asesinado de Jorge Eliécer Gaitán fue cerrada la universidad y el Gabo, como también es conocido, desiste de convertirse en abogado y se centra en el periodismo. Se traslada a Barranquilla (norte) para trabajar como columnista y reportero en el periódico El Heraldo.

Posteriormente fue enviado a París para ser corresponsal extranjero de El Espectador. Estando en Europa, conformó el círculo de escritores y pensadores que le dieron vida al conocido “boom latinoamericano” (movimiento literario, político y social que surgió entre los años 1960 y 1970).
El Gabo obtiene notoriedad mundial cuando se publica Cien Años de Soledad en junio de 1967. Ésta se convierte en su obra maestra y hace de Latinoamérica la patria grande del realismo mágico, poniendo en el mapa a un caribe inimaginado en otras latitudes con la increíble historia de una saga familiar.
Esta fascinación por el caribe, que le dio la vuelta al mundo con Cien Años de Soledad, le valió el premio Nobel de Literatura. García Márquez recibió el premio en Suecia, donde vestido de liqui-liqui tomó la medalla y el diploma que lo consagraron como un grande de la literatura. En su discurso rompió el silencio del auditorio para hablar de su Latinoamérica natal "yo sueño que ahora las estirpes condenadas a Cien Años de Soledad, tengan una segunda oportunidad sobre la tierra", dijo en esa oportunidad.
El Coronel no tiene quien le escriba, El amor en tiempos de cólera, El general en su laberinto entre otras tantas obras, hicieron de García Márquez, una referencia mundial de la literatura en clave latinoamericana. Recibió -entre otros- varios reconocimientos como el premio Rómulo Gallegos, la condecoración Águila Azteca en México, la orden de la legión de honor en París.
El Gabo siempre defendió su postura política, rechazó el intervencionismo estadounidense y el capitalismo como forma de Gobierno. Sostuvo amistades que levantaron polémica, como su entrañable lazo con el Líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, de quien manifestó su admiración durante años.

Su enfermedad
En 1999 le fue diagnosticado un cáncer linfático. Al respecto el escritor declaró en el año 2000 en una entrevista al diario El Tiempo de Bogotá lo siguiente:
“Hace más de un año fui sometido a un tratamiento de tres meses contra un linfoma, y hoy me sorprendo yo mismo de la enorme lotería que ha sido ese tropiezo en mi vida. Por el temor de no tener tiempo para terminar los tres tomos de mis memorias y dos libros de cuentos que tenía a medias, reduje al mínimo las relaciones con mis amigos, desconecté el teléfono, cancelé los viajes y toda clase de compromisos pendientes y futuros, y me encerré a escribir todos los días sin interrupción desde las ocho de la mañana hasta las dos de la tarde. Durante ese tiempo, ya sin medicinas de ninguna clase, mis relaciones con los médicos se redujeron a controles anuales y a una dieta sencilla para no pasarme de peso. Mientras tanto, regresé al periodismo, volví a mi vicio favorito de la música y me puse al día en mis lecturas atrasadas”.
Sus quebrantos de salud, lo obligaron a abandonar la vida pública recientemente. Sin embargo fue visto este 29 de septiembre durante la inauguración de una sala de juegos en la Ciudad México, donde el Gabo fue el invitado de honor; acompañado de su familia el escritor se mostró de buen ánimo y conversador.
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Homenaje de Resumen Latinoamericano
Don Gabo el socialista que el mundo llora.
POR ILKA OLIVA CORADO
(Corresponsal de Resumen Latinoamericano)
Sin ningún tipo de labia porque no es mi costumbre y porque nace de mi corazón escribir estas letras, porque no es para aparentar inteligencia ni erudición que  por supuesto no poseo,  porque no es para aprovechar el momento y abrazarme a la conmoción que estamos viviendo quienes amamos a don Gabo.
Porque no soy conocedora de letras, gramática, semántica, lingüística  no tengo la menor idea de lo que es la sintaxis ni la pragmática, también desconozco del término cadencia  y todo lo que conlleva el mundo literario, si acaso seré como bien me bautizara una amiga : una “inmigrante indocumentada con maestría en discriminación y racismo” y esa maestría me da la potestad de escribir con el sentimiento puro y sincero que tenemos los nadies olvidados por la historia y la sociedad.
No hablaré de sus obras ni cómo sus libros llegaron a mis manos ni en qué momento, tampoco contaré cuál es mi favorito, ninguna anécdota que relate mi amor por don Gabo, porque de ésas todos quienes hemos leídos sus libros tenemos miles. No alabaré de su calidad como escritor porque es redundar, tampoco de por qué le gustan las flores amarillas, ni por qué El olor de la Guayaba  a mi parecer dice más de él que su Vivir para Contarla.
Yo lo quiero decir  desde mi sentir arrabalero es que, en Aracataca  un pueblo olvidado por la misma intemperie,  por el  desgano de la pobreza y la desidia de la inequidad nació   un “nadie”,  un “paria”, a un “invisible”,  que tuvo la genialidad de gritarle al mundo que la clase obrera, campesina y proletaria existe y que respira por sí misma.  Uno de miles que el olvido empolva y la desgracia bautiza condenándolos a la tribulación.

Don Gabriel García Márquez es un Nobel de Literatura, sí. Pero, es un nadie y que el mundo no olvide que está honrado a un paria que tuvo la osadía de honrarnos, de darnos voz, con su realismo mágico, con su genial encanto de escritor de los que nacen ya con la venia de la excelsitud.
Que el mundo no olvide que está llorando a un socialista, a un izquierdista, a un hombre honrado que soñó con que el mundo fuera equitativo  y que la América Latina que lo vio nacer fuera una tierra próspera libre de traidores y de la escoria que empaña su lindeza.  Un hombre universal que a su natal Aracataca la inmortalizó con su encanto.
No, no tengo la capacidad ni la preparación académica para ensalzar sus obras literarias, no soy crítica de literatura, de dicha sé leer y escribir,  he leído sus libros sí y  mi mente ha viajado muy lejos de mi cuerpo, de mi estancia  a otros mundos  imaginados y a la historia que la sociedad clasista  y racista no contó. A las bananeras, a las ferrovías, al caribe que tanta sangre ha derramado, a la  dictadura de la América Latina que él tuvo la osadía de  llevarla al mundo entero de la mano del su realismo mágico.

Aplausos y elogios a la genialidad del escritor. Que el mundo entero no olvide que él es un escritor socialista y que con su encanto tuvo comiendo de su mano a cuanto traidor se enamoró  de su genialidad de niño hambriento, viviendo en la miseria y en la omisión.
Que nadie olvide que don Gabo es un “nadie” un “paria” que honró su raíz, su esencia, su camisa rota, su sueño sin dormir. Un de miles que perecen en la intransigente inequidad.
Salió de la nada, de las polvaredas, de donde el hambre es autoridad, de donde las voces dormidas son lunas caídas a la orilla del mar.
Don Gabo nunca negó su clase, que es la de miles. Un vagabundo soñador. Con la humildad que lo caracteriza vio rendirse el mundo ante sus pies, mundo mismo que lo negó cuando de niño el hambre le robó el sueño.
De letras pueblerinas y de esencia de arrabal, el genio del realismo mágico se despide y quienes encontramos en sus letras un bálsamo para la ilusión de la quimera transitoria,  que se torna en suspiros  lo despedidos desde su universal Macondo.
Gracias don Gabo, las letras de una paria lo saludan, tómelas así de innatas   como si fueran las flores silvestres que crecen a la orilla de su  río Magdalena.
*Ilka Oliva, periodista guatemalteca que vive en EEUU
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 Maduro: El Gabo dejó su huella en la nueva era de Nuestra América

Maduro recordará a García Márquez como fiel amigo revolucionario (Foto:Archivo)

El presidente de Venezuela expresó su admiración por uno de los fieles seguidores de la lucha dignificadora de Simón Bolívar y José Martí, que con sus célebres obras dejó huella espiritual imborrable en Latinoamérica.
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, se unió al lamento del pueblo latinoamericano por el fallecimiento del impulsor del realismo mágico, Gabriel García Márquez.
El dignatario venezolano considera al Gabo como un fiel idealista revolucionario, seguidor de la lucha digna de Simón Bolívar y José Martí, quienes emanciparon la América Latina.
Maduro afirmó que sus obras dejaron una huella espiritual imborrable en la nueva era de América y el Caribe.
El Gabo, quien murió este jueves a los 87 años de edad,  fue un crítico de las dictaduras y los regímenes autoritarios de derecha de América Latina, por lo que permaneció siempre fiel a esa amistad con Fidel Castro, incluso a veces a riesgo de ser criticado. Ha sido uno de los personajes más influyentes de Colombia no solo por su pasión por la cultura latinoamericana que aparece reflejada en sus obras literarias, sino también por su compromiso político del lado de los pobres y los débiles contra la opresión nacional en los años 70 y la explotación extranjera en la región.
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Gabo, amigo íntimo de Fidel Castro

 17 abril 2014 
Fidel y García Márquez en La Habana.
Amigo íntimo de Fidel Castro, Gabriel García Márquez era “un hombre con bondad de niño y talento cósmico”, según el líder de la revolución cubana que lo ha evocado como “un hombre de mañana, al que agradecemos haber vivido esa vida para contarla”.
Los dos hombres -el cubano es siete meses mayor- se conocieron en los primeros días de la revolución, en enero de 1959, cuando Gabo llegó a la isla como periodista a cubrir la llegada al poder de los guerrilleros “barbudos” que comandaba Castro.
Siguieron decenios de amistad, con algunos desacuerdos entre dos hombres a quienes les gustaba tacharse mutuamente de “desmesurados” y “exagerados”.
Crítico de las dictaduras y los regímenes autoritarios de derecha de América Latina, García Márquez permaneció siempre fiel a esa amistad con Fidel Castro, incluso a veces a riesgo de ser criticado.
“Nuestra amistad fue fruto de una relación cultivada durante muchos años en que el número de conversaciones, siempre para mí amenas, sumaron centenares”, relató Castro en 2008 cuando recibió a Gabo y su esposa Mercedes, dos años después de la crisis de salud que lo llevó a dejar el poder en 2006.
García Márquez, quien fijaría largo tiempo su domicilio en La Habana, participó en 1959 en la formación de la agencia cubana Prensa Latina y en 1986 en la creación de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano y de la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños, 30 kilómetros al suroeste de La Habana, que ha formado a generaciones de cineastas.

Visitas nocturnas

Gabo, quien recibía en su hogar de La Habana frecuentes visitas nocturnas de Fidel, destacaba a su vez “su devoción por las palabras, su poder de seducción”. “Fatigado de conversar, descansa conversando”, escribió sobre el líder cubano.
Una de esas noches, contó el escritor colombiano en 1988, le preguntó qué era lo que más le gustaría hacer en el mundo. “Pararme en una esquina”, le respondió inmediatamente Fidel.
Su historia común pudo haber comenzado en Colombia en abril de 1948: al día siguiente del asesinato del político liberal Jorge Eliécer Gaitán, Fidel Castro y Gabriel García Márquez, ambos de 21 años, participaron en la revuelta que pasó a la historia con el nombre de “El Bogotazo”. “Ninguno tenía noticias del otro. No nos conocía nadie, ni siquiera nosotros mismos”, recordó Castro en un artículo publicado en 2002 con ocasión del lanzamiento del libro Vivir para contarla del Premio Nobel de Literatura.
Siempre fiel defensor de la revolución cubana, García Márquez sirvió de emisario especial del líder ante el presidente estadounidense Bill Clinton.
En 1994 participó en la solución de la crisis que culminó con un acuerdo migratorio entre La Habana y Washington.
En 1997, Gabo llevó a Bill Clinton -quien le había contado que Cien años de soledad era su novela favorita- un mensaje de Fidel Castro en el que proponía a Estados Unidos cooperación en la lucha contra el terrorismo.
La cooperación cubano-estadunidense fue efímera. Washington reaccionó apresando a los luchadores antiterroristas cubanos en septiembre de 1998 que alertaban desde la Florida los planes y atentados criminales que organizaba los extremistas de Miami.

Los amigos de Gabo

García Márquez fue amigo de escritores como Mario Vargas Llosa, Alvaro Mutis, Carlos Fuentes, Julio Cortázar y Pablo Neruda y también del director español Luis Buñuel.
Pero ninguna amistad lo marcó tanto como la que cultivó durante medio siglo con Fidel Castro. Eran tan cercanos que, dicen, García Márquez mandaba los borradores de sus novelas a Fidel para que los leyera antes de publicarlos.
“Soy amigo de Fidel y no soy enemigo de la revolución. Eso es todo”, dijo en una oportunidad García Márquez, según relata el libro Gabo y Fidel.
Su salud empezó a flaquear en 1999, cuando fue tratado de un cáncer linfático. En 2012 sus familiares explicaron que tenía problemas de memoria y había dejado de escribir.
García Márquez fue hospitalizado a fines marzo debido a una infección pulmonar. Y cuando le dieron de alta la semana pasada, los médicos advirtieron que su salud era delicada.
Casado desde hace cinco décadas y media con Mercedes Barcha, García Márquez tuvo dos hijos. El mayor, Rodrigo, dirigió varias películas de Hollywood como Nine Lives y Albert Nobbs.
En los últimos años regresaba de vez en cuando a Colombia, aunque para refugiarse en su residencia en la ciudad colonial de Cartagena de Indias.
Gabo apareció por última vez en público en la puerta de su casa de Ciudad de México el 6 de marzo, el día de su cumpleaños 87. No dijo ni una palabra, apenas regaló una sonrisa cansada a los periodistas que le cantaron las Mañanitas. En la solapa del traje llevaba una rosa amarilla.
(Tomado de La Jornada)

Fidel y García Márquez en La Habana


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